Atacama: Visiones de ensoñación

En el norte de Chile se encuentra un lugar entre lo real y lo fantástico, el desierto más árido del mundo: Atacama.

Texto y fotos: Pedro Grifol – Miembro de FEPET (*)

Estamos ‘explorando’ el vasto territorio del desierto de Atacama, el desierto más árido del mundo, uno de los lugares más peculiares del Planeta Tierra, delimitado por el océano Pacífico al oeste y por la cordillera de los Andes al este y cuyo nombre proviene de la expresión quechua hatum tucuman, que significa ‘el gran confín’.

Lo primero que uno se pregunta es quién habita en este, aparentemente, inhóspito lugar, en el que las condiciones medioambientales se asemejan a las de Marte. La respuesta nos la brinda el guía que ilustra nuestro desconocimiento con una retahíla de nombres de avifauna, flora y etnias. A saber: “Aquí tenemos zorros, ñandúes, flamencos, garzas, patos, vicuñas, llamas, guanacos, alpacas y aguiluchos. El cóndor nunca estuvo aquí -matiza con profunda sabiduría-, fue un símbolo traído por los incas, que sólo estuvieron aquí cincuenta años.

Hace más de cincuenta años se extinguieron el armadillo y el puma. Respecto a la flora: los cactus nos proporcionan la madera para las estructuras de las casas; y con fruto del algarrobo hacemos incluso pan. La generosa alfombra de paja brava que cubre la planicie la utilizamos para las techumbres de las casas. Aunque la cultura del pueblo aborigen (los cunza) fue aniquilada hace siglos, sus descendientes pueblan hoy día San Pedro de Atacama, nuestro lugar magnético en el corazón del desierto”.

Magistral lección que nos hace comprender que no estamos solos en la Tierra del Sol.

Con clima propio

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En el desierto tenemos que habituarnos a las temperaturas, sobretodo porque las visitas turísticas se emprenden antes de la salida del sol, donde podemos encontrarnos a 10º bajo cero cuando los géiseres -Géiseres de Tatio- se activan al amanecer emergiendo violentos flujos de vapor caliente a la superficie a través de fisuras de la corteza terrestre, generando imponentes fumarolas que llegan a alcanzar alturas de diez metros en pocos segundos, y la tierra bajo nuestros pies tiembla con los empellones telúricos.

El aire frío del amanecer se olvida tras el primer rayo de sol, el clima seco seca la tierra helada formando charcos pétreos de vívidos colores minerales. Alcanzamos en pocas horas los 25º grados sobre cero, y es preciso despojarnos de toda la ropa de abrigo que llevamos encima: forro polar, guantes y gorro con orejeras. Incluso la bonanza de la temperatura invita a ponerse el bañador para darnos un chapuzón en las piscinas naturales de las Termas de Puritana, un cañón rocoso que atraviesa un río de aguas tibias que calienta su agua. Contrastes que hacen que la experiencia viajera vaya cobrando el carácter de aventura única e imborrable.

San Pedro de Atacama

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Llega el medio día y es el momento de reponer fuerzas. Parada y fonda en San Pedro de Atacama, el pueblo más famoso del lugar, situado a 2.400 metros de altitud. La principal población del lugar está constituida por descendientes de la etnia licanantai (o atacameña), descendientes de cunzas, incas y españoles, que conviven hoy con una gran población flotante, formada principalmente turistas que abarrotan la calle Caracoles, principal arteria del singular pueblo.

San Pedro de Atacama es el campamento base para visitar los espectaculares escenarios atacameños y está en la ruta de todo buen viajero romántico, en la mente del viajero eterno en busca de nuevas vibraciones, en el pensamiento del peregrino místico y también en la agenda del turista más exigente. Hay hoteles para todos los gustos (lujo incluido), y restaurantes de las dos tendencias gastronómicas que empiezan a convivir hoy en día: la propuesta carnívora y la vegetariana.

La zona a escudriñar es su centro, constituido por un par de calles largas sin asfaltar, con construcciones de abobe a ambos lados que culminan en su iglesia colonial, encalada una y mil veces y en la que se recorta en su blanca fachada -y a la hora de la siesta-, la sombra de un añoso algarrobo. Frente a la iglesia una placa de metal incrustada en la pared, conmemora un hecho histórico: “Francisco de Aguirre construyó esta casa por orden de Pedro de Valdivia antes de su llegada a San Pedro de Atacama en Junio de 1540”.

La madre naturaleza

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En otras épocas geológicas, en medio de volcanes se desarrollaron vegas y lagunas, como la del Salar de Tara, un espejo en el que ahora se reflejan los flamencos rosados, la Cordillera de la Sal… y el Valle de la Muerte, moldeados por el viento que ha creado impresionantes formas rocosas. Como broche de oro para la contemplación: el lugar más inhóspito de la tierra, donde no crece ni un buen cactus y la ausencia de vida animal parece que aquí sí es verdad. Un santuario de la naturaleza formado hace millones de años cuando se originaron los plegamientos de la corteza terrestre. El tiempo fue esculpiendo crestas puntiagudas y la violencia telúrica de otros tiempos depositó cenizas y rocas formando impresionantes montañas entre dunas de arena dorada.

Hacia arriba, el azul del cielo es más azul que en ningún otro lugar del mundo y en su espectacular atardecer podemos ver el Sol ponerse tras la cordillera andina y contemplar los cambios de luz y color en la lejanía… en una secuencia que va del blanco fluorescente a naranjas eléctricos, para terminar en una gama de violetas en los que empieza a brillar la Luna. El espectro cromático se confunde con un tenue resplandor en la cumbre del volcán Licancábur, el vértice luminoso que tarda más en ‘apagarse’ del fantástico Valle de la Luna. Sorpresas de la madre naturaleza que solamente nos regala el desierto de Atacama.

Cómo llegar

La aerolínea LATAM tiene 10 vuelos semanales de Madrid a Santiago, la capital chilena. La misma compañía conecta con Calama (San Pedro de Atacama) desde el aeropuerto de Santiago en otro vuelo doméstico de dos horas de duración.

Dónde dormir

Se puede elegir entre una gran variedad de alojamientos, desde hoteles de lujo hasta hostales para mochileros. Tres de los mejores establecimientos son el Explora Atacama (www.explora.com), el Hotel Altiplánico (www.altiplanico.com), y el Alto Atacama (www.altoatacama.com), un lujoso hotel situado en un valle a tres kilómetros de San Pedro de Atacama, que cuenta con spa y piscina y que está decorado con los patrones estéticos indígenas.

Qué comer

La gastronomía atacameña mezcla raíces andinas e hispánicas. Esta herencia cobra fuerza en guisos como la patasca, un contundente plato a base de maíz, verdura y carne de vacuno, y en un aromático plato de conejo picante, cocido con ají y acompañado por arroz o quínoa. De postre hay que probar el anche, que es una torta de harina de maíz amarillo. Para calmar la sed del desierto lo mejor es beber aloja (refresco a base de vainas trituradas de algarrobo). Naturalmente también hay cerveza. Sin olvidar que los vinos tintos chilenos son excelentes.

*(FEPET) Federación de Periodistas de Turismo de España.

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